lunes, 27 de febrero de 2023

¿De qué sirve la libertad de expresión en internet?

¿De qué sirve la libertad de expresión en internet? Del lado de la derecha, por no hablar de la izquierda, siempre completamente risible, más frecuentemente que lo contrario ¿no se trata el ejercicio de esta “libertad” de meras obscenidades con un mensaje, a lo mejor acertado, pero escatológico y superficial sobre el que nunca van a actuar?

"La raza blanca se está extinguiendo, voy a salvarla posteando memes en /pol/".

"Voy a compartir infografías para derrotar a los judíos".

Lo que hizo excepcionales a los arios fue su capacidad para la violencia, sus remanentes actuales de naturaleza inferior resultan indiferenciables de los africanos estancados acríticamente en la miseria, exceptuando, al caso, que mientras que los negros carecen de cierto ingenio creativo y por ello son incapaces de construir ningún producto cultural excepcional, los "arios" construyen sociedades "prosperas" cuyo resultado es más bien la prosperidad de aquellos entre ellos genéticamente indeseables y por supuesto, la predominancia de la parasítica raza hebrea. 

En este sentido, el coeficiente intelectual superior de la mayoría de los blancos es irrelevante, porque irremediablemente sirve a esa clase de judíos tendenciosamente adaptados a extraer estatus de sus sociedades, en cualquier nicho técnico al que sean más adeptos. ¿Por qué que le temen a la violencia? Que se suiciden sino están dispuestos a honrar a sus ancestros.

Estos hombres domesticados, incapaces de actuar, dopados por la cultura de consumo, culpan a las mujeres de los problemas que ellos mismos han causado*, ignoran que la mujer carece de culpa alguna, pues estas no construyo el sistema, fueron los hombres, de mejor o peor calidad, siempre intimidados por la intemperie y obsesionados por la comodidad, quienes optaron por suplementos tecnológicos en contra del esfuerzo intrínseco de la condición estar vivo.

Mientras que los frutos de su trabajo retuercen a la mujer en un despropósito antiestético, resienten el hecho de no poder satisfacer sus vicios hedonistas inculcados por la cultura de consumo que defienden a capa y espada, es el resultado esperable de una casta domesticada y carente de virilidad.

No es sorpresa entonces que otras etnias, incluso siendo estas solo capaces de construir productos culturales de menor estrato, resulten más vitales y particularmente, mas reproductivas, que los descendientes directos de los arios. Su racismo racional, consiente del hecho de que las migraciones consisten en proyectos de remplazo poblacional se apaga invariablemente ante una eventual y pintoresca convergencia ideológica, y más hacia la izquierda, ante la conveniencia de tener a su servicio una casta más dispuesta a incurrir en esos “asquerosos”, “inmorales” y “tediosos” procesos que involucra el dejar descendencia.

Esta nueva versión de los blancos posee una tendencia genética a la xenofilia, y paradójicamente, un alto sentido del disgusto complementada por xenofobia solo de origen racional.

Es de esta manera mediante la cual los sacerdotes judíos de la religión europea del progreso imponen al afroamericano como el estandarte cultural de una raza oprimida que debe ser elevada hasta la igualdad, aun cuando esto signifique que de dientes para adentro se le entienda como inferior, algo que representaría una blasfemia admitir.

Sutilmente, la elite gerencialista de ínfulas revolucionarias eleva las características de la raza negra como masculinas, potentes, proficientes en lo deportivo, se artificia toda una mitología de una genialidad negra injustamente pisoteada por unos envidiosos colonizadores. En la realidad operatoria, la vertiente anglosajona de la raza pasmada no es más que el resultado de proyectos eugenésicos realizados por los propios colonos esclavistas de las américas, y más recientemente, de operaciones de ingeniería social emprendidas por el quinto poder en conjunción con los servicios de inteligencia de estados unidos, siempre comprometidos con la propagación de ideologías marxistoides.

Las recién nacidas masas de desadaptados, aquellos carentes de estatus, refugiados banalmente en figuras anacrónicas como el fascismo o el nazismo o el comunismo o alguna mezcla entre esos, solo resultan capaces de conjurar una reacción histérica ante aquellas narrativas, internalizando la idea infundada de los académicos izquierdistas de que las palabras tienen un poder insospechado y misterioso, blasfeman contra la religión del progreso en espectáculos puramente performativos enunciando la polémica palabra n, y fantaseando con genocidios raciales en plataformas diseñadas para el ocio.

El propio termino de “supremacismo blanco” implica una concesión de la autodeterminación de los pueblos europeos ante sus enemigos globalistas. Se desarticula la particularidad de cada grupo de naciones europeas hacia la conformación de un colectivo identitario ala Gramsci, esperablemente victimista, moralizados como esclavos, este es el paso de un grupo predominante hacia la condición de minoría del medio. Nunca calara la estratagema en la opinión popular, pues la kabbalah establecida ha hecho un buen trabajo en exponer a la blanquitud como la maldad ontológica en su esquizofrénico sistema de creencias.

Incidentalmente, es astuto señalar que el estado lamentable y patético del internet es un resultado orquestado por elites gerencialistas de Silicon Valley y grupos adyacentes de la angloesfera, padres del internet, individuos agradecidos por encontrarse ubicados en una posición media dentro del sistema que hacen funcionar y les garantiza influencia, incapaces de despegarse, supuran sus frustraciones e imposturas sexuales en comunidades desancladas del rotundo peso del mundo de afuera, constructo inclemente y cruel que no tendría la más mínima tolerancia con aquellos cúmulos de ideas carentes de coherencia interna.

“Cthulhu tiende a la izquierda”** Con esa frase y parecidas estos ideólogos pretenden imbuir al fracaso de sus proyectos culturales una esencia esotérica y misteriosa, se trataría pues de un axioma surgido de la degeneración entrópica de los entredichos sistemas complejos, masa cuneiforme de culto esoterico. Cabe decir que es posible formular una anotación alternativa o complementaria: el soldado raso de la batalla cultural del bando de la reacción se ve en una encrucijada, sus instintos bien encaminados hacia la restauración creativa de un pasado internamente consistente chocan contra las formas superfluas de la dominación globalista, el “soft power” norteamericano penetra todos los aspectos de su vida.

Los veteranos de 4chan no se equivocan al señalar que en realidad el influyente sitio web inspirado en plataformas japonesas tiene su origen en la afición al anime, sin embargo, su gatekeeping afeminado reluce inadvertidamente las implicaciones nefarias de tal hecho.

Siendo el anime un producto de una cultura japonesa humillada tras la segunda guerra mundial, caracterizada por ser genéticamente xenofóbica y represiva, la animación japonesa no es más que una expresión inconsciente, diametralmente opuesta a su súper ego colectivo, descarnadamente sexual y desvergonzadamente hedonista. A pequeñas excepciones, el anime consiste en un medio mediante el cual los japoneses pertenecientes a subculturas fringe, fracasados y frustrados, pueden plasmar sus fantasías eróticas, liberadas de toda moderación, y, por tanto, con una tendencia común a la pedofilia, y otras desviaciones fetichistas.

La pedofilia es el vicio del macho impotente y amanerado, resultándole imposible desarrollarse sexualmente en condiciones naturales, decide depredar a los infantes, criaturas puras e incorruptas que aún no poseen la capacidad de discernir la amenaza que aquellos representan, el pedófilo, bestia tan común en el internet, enuncia alegremente su opinión: no se tratan más que de presas fáciles que convenientemente se hallan ignorantes del sentimiento gutural que se suelen presentar ante el mero avistamiento de sus fisionomías.

Es esperable entonces que si a=b=c, el internet se encuentre colonizado por los seres más pusilánimes que ha producido la revolución industrial, meros fetichistas y/o pedófilos irredentos, y que la "cultura de internet" sea una coagulación de los modos y las maneras de semejante progenie tan mentalmente castrada por la, para ellos, inescapable condición posmoderna.

Para esta gente los hitos de sus antepasados son prendas de moda que se pueden quitar y poner a conveniencia, la lógica parasocial (también antisocial) cultivada en la red hace de un juego asuntos que en tiempos mejores por lo menos poseía un aura de seriedad. El discurso filosófico queda degradado hasta las periferias más absurdas, el sentido que encuentran tras el nihilismo es hallar humorístico el colapso civilizacional, que ni les va ni les viene, aun cuando son ellos los directos responsables. No es raro navegar en estos pantanos y encontrase con versiones contradictorias e ideologías meramente idealistas, sino ficticias: nazis trans, anarco-comunistas, monerías varias.

Prefieren explotar el privilegio del exceso en su burbuja de baja entropía a punto de estallar, persiguiendo la dirección en la que apunte su falo, si no es que se lo remueven, preferencias sexuales, preferencias de consumo, “circle jerks” metafóricos y literales, son capaces de disponer su esfuerzo a satisfacer de las maneras más retorcidas sus caprichos hedonistas en lugar de usarlo para cualquier actividad realmente productiva, en ignorancia o ambivalencia ante su condición de mascotas de los poderes que son.

El horrible destino que encierra el futuro de nuestra especie predispone al escapismo a aquellos consientes de él. Otros intentan retratarlo en el arte, dimensión humana en decadencia. El discurso neo-ludista adquiere poder descriptivo, alternativo a él, un hipotético desarrollo tecnológico que lleve ejemplares humanos a las estrellas, quizás así recuperando el espíritu de hombre de frontera, o, aunque sea, especiando a largo plazo a la humanidad, y con esperanza, generando formas de vida más cercanas a lo sublime. Cabe preguntarse cómo podría llegar a ser posible la proeza cuando en el presente el stock genético de nuestros semejantes se encuentra tan atrofiado.

A lo mejor sea la inacción nuestra gracia salvadora, el colapso inevitable se avista desde lejos, en las cenizas apocalípticas de la ramera de babilonia podría encontrarse el retorno a un mejor estado de existencia.

*Hoy por hoy pienso que la mujer también es culpable.
**Moldbug es ok.

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