Yace un hombre moribundo en el suelo.
Anciano.
Decrepito.
Inmóvil.
Ensangrentado.
A la distancia, caminando, se acerca otro, joven, rostro extraño, ojos grandes.
"¿Señor, se encuentra bien?"
Se demora en responder, pero dice, tras toser sangre: "No, me encuentro terriblemente".
El joven se queda observando un momento, y pregunta "¿por que?"
El sujeto responde instantáneamente "Porque he acabado con la ultima pizca de bondad que existía en mi".
El joven de los ojos grandes tiene una voz que vacila dentro y fuera del sarcasmo, pregunta: "'¿En serio?"
El viejo no tiene necesidad de responder, pero aun así lo hace, con un llano "si".
"¿Y que es lo que podría haber hecho una persona como usted? Alguien tan inofensivo, posado servilmente en el suelo..."
Con una inflexión de sumo dolor en su voz, el hombre del suelo dice "He profanado la memoria de mis hijos".
Se demora en procesarlo, pero el joven al entender lo que ha dicho, suelta una risotada "¡No me diga! ¿Que ha hecho? ¿Ha faltado al cumpleaños de su pequeña? ¿O si fue, pero, no le ha comprado el juguete que pedía de cumpleaños?"
El hombre se ve mas decrepito, con una nueva apariencia, de cadáver, replica: "He raspado la carne de sus huesos con mis propios dientes".
El joven no se sorprende, y continua "¿Por que?"
"Por que odio la carne humana".
"¿Y si tanto odias la carne humana por que la raspa de sus huesos?"
"Porque no puedo ni amar la carne de sus huesos, ni en la impostura mas oscura me encuentro inclinado a amarlos".
"¿No intentó lo de darles el regalo que pedían? Todo ello que busca usted en un hijo estaba a una muñeca de distancia".
"Nunca me pidieron nada, yo no estuve en sus vidas".
"¿Padre ausente?"
"Hasta el punto en que no tuve que ver con su concepción".
"Déjeme ser un detective, se los ha comido... Si, porque han sido los frutos de una ¿Infidelidad?"
"No conozco a su madre".
"Entonces no son sus hijos".
"Pero me llegaron a decir "papi" en algún momento".
Y hubo un corto silencio, en el que el jovenzuelo aflojó el corazón en pos del interlocutor, pudiendo preguntar motivos y razones, indagó: "¿Pero al menos ha amado?"
"No, nunca".
"¿Alguien tan amable como usted? Ah ¿Ha de ser porque nunca nadie lo amó?"
Con una sonrisa retorcida lograda a duras penas, el hombre, mas muerto que vivo, afirma: "Mas de lo que merezco".
"Y entonces ¿Que esperaba?"
"La muerte".
"Oh, ¡Vamos! no puede ser tan malo, algún placer en el mundo ha de haber encontrado"
"Pues mire, por un tiempo la evité, pues encontré harto placer haciendo sufrir a esos que me amaban, aunque fue pasajero".
"¿Nunca encontró el placer duradero?"
"Cuando los gritos se hacen largos, siento como las horas se hacen años, mi mente se transforma en una pluma viajera, mecida por una brisa como de primavera, y luego llueve ligeramente, son sus lagrimas".
"¿Y si viniera a usted la oportunidad de tratar con una persona que estuviera dispuesta a soportar el dolor en pos de complacerle? Las cosas fueron unas, pero pudieron ser otras?"
El sujeto en el piso tenia ahora una apariencia que no aparentaba vida, era muerte, el movimiento ahora era ajeno, criaturas reptantes devoraban sus entrañas, mientras, el hablaba: "Y es que... ¿Que? ¿Me ofrece tal producto?"
"Tal vez".
"Pues lo rechazaría, solo hasta tal punto en que pueda generar el displacer dentro de la mente de esa persona, luego, ante la costumbre, el cuerpo de aquella comenzaría a normalizar esa ausencia, y entonces, el cadáver me serviría para atormentar a ajenos, aquellos que desprecian la necrofilia, no sugieras, después, que me proponga a hacerle lo mismo a necrofilos".
El joven calló, no pudo hablar, porque el hombre en el piso continuo hablando: "incidentalmente, por eso me encuentro aquí, ese árbol".
El cuerpo en quietud se movió, como se mueven los muertos, señalo en la dirección general de un árbol alto, a pocos metros de distancia.
"Me he visto en una situación en la que mi vida representaba un beneficio para alguien que era objeto de mis impulsos".
"¿Un amor?"
"Una mascota".
"¿literal o figuradamente?"
"Literalmente, es un animal".
"¿Un perro? ¿Un gato?"
"Una rata, o varias no me importa, son las ratas que se dan festines cada vez que mato".
"¿Por que no matarlas a ellas?"
"Por que eso seria hacerle un favor al mundo".
"Ya veo..."
El hombre parado pausa un momento, y con un gesto de silencio hacia el cadáver y una larga sonrisa en la cara, con la otra mano se dispone a marcar un numero de teléfono.
Llega un ambulancia.