Desperté. Mi mejilla izquierda
ruborizada y sudada había creado una impresión en la almohada, mi boca estaba
totalmente seca porque la había dejado abierta y si la mancha que quedo en la
sabana significa algo, llegue incluso a gotear saliva. Mi pelo estaba en
desorden y las líneas bajo mis ojos harían pensar a papá que pase la noche de
largo. Me dolía la cabeza, todo mi cuerpo olía mal, no me puse ni los anteojos.
Me era costumbre, pero omití tender la cama, fui directamente a ducharme. En aquella casa, la puerta al baño era la última del pasillo que terminaba en la sala. Justo antes de entrar, note la presencia de múltiples personas sentadas en el comedor, asome la mirada con disimulo, y vi a toda mi familia, entre otras personas que no recuerdo o no reconocí en el momento. No eran particularmente ruidosos, de hecho, era un aura incomoda la que se sentía, hablaban poco y bajo, con rostros unos tristes y otros de preocupación. No se dé que forma me di cuenta de que estaban ahí ahora que lo pienso.
Vestían formales mientras que yo me encontraba en pijama, no quise aventurarme a saludar a mis tíos y primos vistiendo así, porque mi papá lo reprobaría, pero tampoco me intente duchar aun cuando era lo que más quería, porque el igual me regañaría por eso, lo consideraría descortés, no sabía qué hacer, si devolverme a mi cuarto o espirarlos y descubrir cuál era la razón por la que se reunían aun si no era ninguna fecha importante. No recordé que días atrás mi papá me había platicado del asunto de la bruja que vendría a expulsar ese espíritu que decían habitaba esta casa.
Segundos después, cuando sonó el timbre y vi entrar a la vieja de morado acompañada de un muchacho moreno de rasgos exóticos, lo recordé, y la curiosidad me obligo a enterarme de cómo iba a ser la magia que la bruja iba a utilizar para sacar al fantasma. Sabiendo que si mi papá me viera me encerraría en el cuarto, se me ocurrió esconderme en el baño, sentarme en el inodoro y por lo menos alcanzar a escuchar los trucos de magia de la anciana desde ahí.
Al principio no escuche nada, solo murmullos como los que me habían alertado de la reunión, supuse que estaban saludándose, explicándole la situación a la “experta”, ese fue el primer instante en donde la idea de que encerrarme ahí había sido un error paso por mi cabeza, esa idea me sigue perturbando al día de hoy, pero no de la misma forma.
Intente predecir el tema del que estaban platicando con ella, yo sabía un par de cosas sobre dicho espíritu, a mí nunca se me había aparecido y por eso no creía demasiado en él, pero mi madre y mi papá me han dicho que a ellos sí, a los hijos de mis tíos también según cuentan, y era lo típico. Una sombra que salía en los espejos, algo que se percibía con el rabillo del ojo, una luz que flota sobre el suelo cuando todo esta oscuro, un rostro en las fotos. Joaquín, mi primo mayor, varias veces me había preguntado con la expresión pálida si yo había estado en tal lugar, o en tal otro, la respuesta siempre era no, él ponía un gesto que no era normal de ver en su cara. Tampoco era para tanto, pensaba, incluso si fuera cierto, era algo raro, una vez por mes, y había meses en los que no pasaba nada.
Me perdí en esos pensamientos por un instante, un sonido fuerte, como un traste que se cae, me saco del trance. Se escucharon gritos, no reconocí la voz, como eran femeninos pensé que eran los de la vieja, sonaban como groserías a la para que manotadas en nuestra mesa, una voz masculina, la inolvidable de mi primo, se alzó en preocupación, le visualice con esa cara de terror que ponía cada vez que decía ver al espanto. Sentí la necesidad de pararme y poner mi oído izquierdo en la puerta de madera, dándole la espalada al lavamanos. Pude escuchar más claramente, y era así, la señora gritaba obscenidades, en un tono, como el de música pesada, muy forzado y difícil de mantener. mi primo preguntaba qué era lo que ocurría, y su madre trataba de calmarlo.
No había sido capaz de encontrar una coherencia en los alaridos, porque mientras tenía la certeza de que la bruja gritaba insultos, había una buena porción de balbuceos, recuerdo que en un momento determinado se transformaron, se volvieron ya oraciones con sentido, la voz ahora más grave, pero más clara, espeto una idea que solo puedo definir como maligna, con el sonido que tendría un perro al hablar, como quien recita un poema sin rima y una elocuencia como la que tendría el diablo, resonante, la cosa que vivía en las paredes de nuestra casa primeramente se presentó.
“¿Quién eres?” Le preguntaron, el respondió:
“Soy el órgano oculto que se esconde tras del velo, la sustancia que efervesce cada vez que se muestra ante el sol, la sociedad de uno solo que bajo la gran fachada dirige cada uno de los movimientos del hombre, para ustedes, soy dios.”
Dijo ser Dios, y la sorpresa anonado a mi madre, que grito histéricamente “¡Usted no es ningún dios! ¡Usted es el Diablo!” Se sorprendió cuando el espíritu le dio respuesta:
“También me conocen así, y puedo ser satanás si lo desean, pero es más grato cuando me endiosan, cuando me esculpen templos y me ofrecen como ofrenda toda su integridad corpórea, cuando, para mí, digieren su propia mierda, y los gusanos que la habitan son profanados en el nombre de mi amor incondicional.”
Una voz que gruesa cuestiono las intenciones de la presencia “¿Y qué es lo que quieres de esta pobre familia?”
“Quiero los gusanos, quiero que los extraigan de las capas de mierda bajo las cuales se esconden y los friten en salsa barbacoa para tragármelos a mordiscos, quiero que el resto se coma la mierda, y la desmenuce entre sus muelas, quiero que esta casa de madera sea mi templo, quiero ser de nuevo recordado sin que se tiemble ante mi presencia, retomar mi cetro de emperador, quiero volver a ocupar el legítimo lugar que me corresponde, en el punto de la torre más alta, en los iconos sagrados de la humanidad.”
“¿Somos gusanos para usted?”
“No, no todos, algunos de los presentes ya vuelan, y la manera en que destrozan la parda materia con sus colmillos, la forma como engullen con sus fauces la blanda concentración de lo que están hechos ustedes mismos en su representación más blanda me es suficiente, sin embargo, no soy capaz de resistirme a los impulsos que me imponen cuando contemplo a los gusanos.”
“¿Entonces aquí quienes son los gusanos?”
“¿Quiénes más sino las criaturas patéticas que se esconden tras de ustedes aterradas? En las épocas cuando me esculpían figuras, era mi deber personal el garantizar la fulminación de aquellas alimañas suficientemente desafortunadas para verme en la cara, y ustedes, moscas, lo celebraban con un éxtasis tal que cuando la pulsante aguja que delataba mi presencia se presentaba, ya había una camada nueva de gusanos para destripar.”
“Has sido destruido, no lograras revivir tus fantasías.”
“¿Si es así porque no estoy muerto? ¿Por qué late aun mi forma en el tablero de ajedrez de todos los presentes? La voz que resuena en este momento es la voz de dios, la voz capaz de garantizar todos los deseos de la mierda que vacila en sus almas, puedo ver claramente como, cuales moscas, levitan paradójicamente en el tabú de chocar sus bocas contra el lodo, de imponer sus genitales contra la capa inmóvil, contra el gusano, contra lo indefenso.”
“Esas no son las aspiraciones de ninguno de los presentes, en todo caso son las suyas ¡Criatura demoniaca!”
“Parecen no entender cuál órgano soy yo en la suma de sinsentidos que los compone, yo soy la adición en pasta de todas las percepciones a priori y a posteriori que tendrán jamás”
“Usted es una cosa asquerosa que no pertenece a este mundo, y desde ahora, esta desterrada de este hogar”
“Yo soy la excitación lasciva que inunda el corazón de los padres cuando ven a sus hijas sin ropa en la bañera, se blande el mástil a mi orden cuando la ínfima creación de su esperma es inexperta en la verdad, cuando tal gusano evoca a gritos la necesidad sexual de ser profanada por todos los agujeros.”
“¡Fuera!”
“Oponerse a mi es oponerse a la justicia, es oponerse a la forma ideal de las relaciones humanas, la carne en forma de falo rompiendo el himen del sebo, las lágrimas de una misma sangre, porque no hay sangre, ni hay himen, ni es sebo, son moscas comiendo mierda, son padres insertando sus penes en los virginales agujeros de sus hijas.”
“¡L-Largo!”
“Carne fresca de tan solo 14 primaveras, se esconde en el baño ¿Qué estas esperando? Si no soy tu dios ¿por qué sudas frio? ¿Por qué tu sexualidad se pone en punta? Ríndeme tributo, que sea un intercambio, la recompensa esta en tu propia biología.”
Salían lágrimas de mis ojos, no podría mantener el equilibrio, y mientras que alguien forzaba la puerta a golpes, en el espejo, esa cosa, esa criatura obscena, con gafas, sin peinarse, y con rubor, me sonreía.