El vacío era un escenario en el cual se presentaría una inusual función, los actores eran figuras conocidas para los espectadores, en el centro, la burlesca apariencia de unos labios enormes hacían el amague de liderazgo, mientras que unos ojos enormes totalmente dilatados y tinturados por unos capilares cargados de fluido y una masa de carne translucida encorvada, le acompañaban a los costados.
Los labios declamaron un hecho:
Labios: La extinción está a la vuelta de la esquina.
La multitud, mutante y cuneiforme, bulliciosa ya desde antes del discurso soltó los gemidos que exclaman los que sufren, vómitos cargados de una angustia irracional, palabras, dentro de las cuales solo algunas tenían sentido, movimientos de terror solo posibles con partes del cuerpo aberrantes.
Labios: A pesar de ello, existe una vía para la salvación.
Quienes espetan prestan caso omiso a la afirmación, y continúan con sus maullidos irregulares. Sin embargo, en el escenario, a los costados de los labios, las siluetas que los acompañan demuestran interés.
La masa traslucida se expresa, sin hacer uso de una boca:
Gota: ¿Y como es eso factible?
Labios: Se trata de los adversarios del sentido y la fuerza, su proeza en aquella mierdecilla, es posible encontrar una vía en ese subterfugio.
Cuando dijeron "mierdecilla" los labios se referían a nuestro universo, y era un hecho que todos los jadeantes entendían, hasta los mas estultos. En cuanto a los adversarios del sentido y la fuerza, llenaban el recinto.
Gota: ¿Subterfugio? ¿Y de que naturaleza es ese subterfugio?
Labios: La carne del planeta encuentra formas tipicas, lujuria, codicia, ira, gula, pereza, envidia, frivolidades esenciales, concedidos el rol de proveedores, esta versión se contenta con cualquier basura, ¿O no?
Labios se dirigió en la ultima pregunta a su audiencia, quien contestó con una risotada cuya forma y vigor fue la esperable de esa clase de público.
Ojos: Hablas de basura, ¿Cual basura?
Labios: Fragmentos del caos, se conforman con ello, a cambio de manchas ofrecen divertidos malabares, con larvas, suciedad, o infracuerpos.
Gota: ¿Sera que los infracuerpos nos van a salvar del exterminio?
Labios: No es de interés los infracuerpos de alto azar, interesa el hecho de que voluntariamente introducen manchas en una región vetada, como lo es esa mierdecilla.
Gota: ¿A que sugieres tender?
Labios: A una mancha configurada de manera tal que emule a la mierdecilla, dentro de la propia mierdecilla, una burbuja de mejor renombre.
Ojos: Una burbuja, dentro de otra burbuja. Una mancha, que manche así el espacio por manchar.
Gota: ¿Y con que fin?
Labios: Con el de madre.
En ese momento las figuras, del escenario y en los asientos, callaron por completo, una sensación de expectativa colmó el vació. Y todos ellos entendieron, incluso los mas estultos.
Gota: ¿Y esto que va a requerir exactamente? ¿Sera suficiente con simplemente tender a ciertas manchas?
Labios: No, será una mezcla, las manchas van a tener que ver, pero ademas, se tendrá que tender a otro tipo de subterfugio, uno mas juguetón. Las carnes del planeta conformarán lo que vienen a ser títeres, y quienes escuchan serán maestros.
Ojos: Ese tipo de subterfugio, es el tipo de subterfugio al que por defecto tendemos, y es el tipo de subterfugio que nos ha llevado a la extinción.
Labios: Esta vez es distinto, lo que se puede llegar a ganar implica demasiado, el sacrificio se ve justificado.
Gota: ¿Y quien se va a sacrificar? ¿Se van a sacrificar los labios?
Labios: La mancha no ha dejado de ser un cúmulo de identidades, se sacrificarán a las débiles.
Los labios se movieron en una sonrisa.
Labios: Y no son débiles los labios, ni los ojos, ni la gota.
Aquellos que dentro de los espectadores eran débiles se estremecieron, porque la nada se dobló en su dirección. Eran los trozos de carne que poblaban un hueso de alimento, cruz cuyo travesaño era doble. Las garras que usaban la nada cual liposoma para contener a los huesos eran por influencia de los labios.
Labios: El sacrificio ha sido capturado.
Gota: ¿Y en que consiste?
Labios: Las larvas, casi infracuerpos, son volubles, y hay tales, que son factibles para gobernar desde adentro.
Gota: ¿La mierdecilla ira dentro de las larvas?
Labios: Así es.
Y le hablaba a la carne de sacrificio también, esas eran sus instrucciones. Entonces no había nada mas que decir, y la presentación dejo de ser, y la carne apareció en la mierdecilla, y era un tumor en el testículo izquierdo de un Jerónimo Gutiérrez. Pronto fue mayormente extirpado y depositado dentro de los desechos biológicos de un hospital, donde adquirió la capacidad del movimiento, sin embargo, no adquiriría habilidades superiores sino hasta que fuera removido del recinto, en el trayecto a un relleno sanitario, fue consciente, y supo, de nuevo, del rol que debería jugar en esta cosmología.
Era un ser definido, pero el caos de sus entrañas ardía en dolorosas llamaradas al momento en que daba forma a unos órganos, diferenciados por completo de nada de lo que usualmente se pudiera llamar "órgano", pero que aun así eran necesitados de alguna suerte de sustento. A sus alrededores solo habían desechos mortales humanos, heces, pelo, basura. Sepultado dentro de montañas de basura, los contenidos de las bolsas del hospital le dieron alimento, y luego fueron comida otros elementos próximos, de calidad semejante.
Pronto aprendió a temerle a los humanos, quienes no encontraban agradable su forma espantosa, una retorcida masa de huesos, carnes y mierdas. Le ajusticiaban con fuego, y ponían un freno a un desarrollo metabólico que le haría fuerte y capaz de cumplir su misión en este universo. Era tiempo malgastado, la muerte podría dar con el en cualquier momento. Llegando a un tamaño apropiado, la masa se hizo de un refugio entre los desperdicios, escondiéndose de los peligros diurnos.
Un dia, ante el, apareció una persona, los de su clase llamaban a esos seres larvas, pero entre los seres humanos, el termino para usar era "niños". La carne dominaba el idioma local, entonces entendió cuando le hablaron.
Infante: ¿Que eres?
Sacrificio: Soy un demonio condenado a muerte.
En la cabeza del curioso explorador resonó la historia que una vez había escuchado, inmiscuyéndose en conversaciones ajenas, de como, a cambio de un alma, los demonios tenían la capacidad de satisfacer las ambiciones de las personas.
Infante: ¿Cumples deseos?
Sacrificio: No. Mi misión es morir.
Infante: ¿Por que?
Sacrificio: Por mi debilidad. Se ha decidido que he de morir, en pos de un bien mayor.
El infante calló, procesó lentamente las palabras que había escuchado, no las entendió del todo "¿Cual bien mayor?" y "¿Por que eres débil?" Fueron preguntas que le rondaron por la cabeza, pero se decantó por una pregunta que había escuchado entonar a un adulto.
Infante: ¿Estas de acuerdo con eso?
Sacrificio: No. Pero no depende de mi. Ya estoy muerto.
Ese fue el final de la conversación. Pero al dia siguiente, el infante volvió con la misma pregunta.
Infante: ¿Puedes cumplir deseos?
La respuesta fue un no. Y el sacrificio pensó entonces, viendo las condiciones en las que se encontraba, si matar y alimentarse del infante era buena idea, sin embargo pensó en que podría darle provecho de otras formas.
Sacrificio: No puedo cumplir deseos, pero puedo darte otras cosas, podemos llegar a un trato.
El infante creyó que con lo que dijo a continuación, estaba siendo mas listo que el ser escondido dentro de la chatarra.
Infante: ¿A cambio de que?
Sacrificio: Necesito excremento.
Infante: ¿Que es eso?
Sacrificio: Mi sustento, mierda, popo, caca, es lo que consumo para vivir. Tráeme eso, y te daré algo tan bueno como un deseo.
Infante: ¿Y que es lo que puedo pedir?
Sacrificio: Mi poder es limitado, ¿Hay alguien a quien quieras ver morir? ¿Deseas un artefacto material que otros poseen? ¿Te encuentras poseído por la lujuria o gula?
El sacrificio no esperaba tener que cumplir ningún deseo, sin embargo se dejo llevar por la idea, envidiaba a los otros adversarios del sentido y la fuerza, dotados con la capacidad de satisfacer los caprichos de los habitantes de ese mundo. El infante, taciturno, había encontrado dentro de si el deseo mas profundo, y los segundos adicionales que se demoró en contestar fueron momentos en los que se planteó alternativas, sin convencerse.
Infante: Quiero a doña Ceci, es, una señora que me recuerda a mi madre, mi madre, ella esta muerta, y doña Ceci es lo mas cercano que tengo para estar con ella de nuevo.
La masa entendió de lo que hablaba, y, sin ninguna razón en particular, decidió desde ese instante cumplir su parte del trato en el momento en el que fuera apropiado.
Sacrificio: Tráeme alimento, y te la daré.