La selección natural no es perfecta en ningún aspecto. Tiende a la eficiencia, a la optimización de las fisiologías sometidas a su dominio, sin embargo las estructuras orgánicas enfrentadas ante el universo externo solo pueden ser expuestas ante este en parte. Esta es la razón por la que fenómenos existentes pueden tomar de imprevisto a seres vivos no adaptados para lidiar con ellos.
Los agentes genéticos de todo ser vivo carecen de conocimiento de tiempo, lugar o contexto, y ante el hecho de que existe la necesidad de operar a razón de esas magnitudes, las estructuras fisiológicas se adaptan, desarrollan la capacidad somera de tantear magnitudes exteriores, lo que le garantiza a estos seres vivos de creciente complejidad un rango mayor de flexibilidad, no obstante, estas estructuras, los órganos de los sentidos y el tejido nervioso implicado, no dejan de estar tan limitadas como el ser vivo bruto en contra del universo externo. En los seres humanos estos contenidos extraídos del afuera actúan paralelos al ADN, y experimentan sus propias selecciones naturales.
De la misma manera que dentro del espectro de posibilidades fisiológicas de algunas hormigas existe la posibilidad de que se vean en un espiral de la muerte, dentro del "sustrato" mental en el que se encuentran abstracciones sujetas también a la selección natural pueden generarse adaptaciones que lleven hasta su propia destrucción, en un intento fallido por obtener el resultado contrario. Dese esta destrucción exclusivamente en el sustrato mental, o tenga repercusiones fatales dentro de las personas en las que se halla.
Se sigue de lo anterior que a la hora de valorar a los sistemas autoreplicantes, una métrica a tener en cuenta es la capacidad de estos para sostenerse en el tiempo. suponiendo la existencia de una configuración de los sistemas autoreplicantes que posea características deseables, cuales sean, a menos de que la extinción en si misma sea el objetivo, que el sistema que provee dichas características sea autodestructivo puede ser considerado un gran detrimento.
Dejando de un lado la cantidad enorme de contextualizaciones, sistematizaciones, territorializaciones, aclaraciones, acotaciones, ejemplos y puntos en las is que se pueden hacer respecto al tema de ideas como formas de vida, antes de entrar en ninguna tangente, es relevante poner en tela de juicio la capacidad del sistema autoreplicante que engloba a los seres humanos y la cultura adyacente del presente para sostenerse en el tiempo.
Mas alla de los aspectos obvios, como aquel del impacto de la sociedad humana frente a otras formas de vida, relación que es, sin ambigüedad, una bidireccionalmente destructiva, se busca hacer énfasis en hechos menos claros, el como las construcciones mentales mas fecundas de la contemporaneidad impactan a las estructuras fisiológicas humanas, y sin tapujos, como es que la interacción es marcadamente negativa.
La estrategia de supervivencia de nuestra especie es la creación de culturas, la combinación de los aspectos fisiológicos humanos sumados con el bagaje cultural fruto de las ideas expuestas a la intemperie demuestran ser hasta ahora una de las formas mas eficientes para sobrevivir, al punto en que el conocimiento acumulado de nuestra especie nos permite modificar el ciclo de retroalimentacion, modificar el entorno, y así, las adaptaciones especificas que puedan surgir desde el. El potencial de estos mecanismos se evidencia en nuestra capacidad de modificarnos no solo a nosotros mismos, sino a otros seres vivos a nuestro servicio, hechos tales desde la domesticación del maíz hasta la modificación genética de cultivos para aumentar su productividad.