-Estaba pensando en lo que paso en el banco el otro día- dijo Don Tomas a uno de sus empleados, José Jaramillo, al que le decían el chicha, quien aburrido, esperando a que lloviera decidido hacerle la charla al patrón -¿Lo del robo?- pregunto, Tomas contesto –Si, lo del robo ¿no le parece raro?- y a chicha no le parecía raro –Nada de raro, criminales hay aquí, en la Conchinchina, y en todo el mundo, hablando entre nosotros, es hasta esperable en un pueblo como este- A Don Tomas, en cambio, no le parecía normal, ni natural, de hecho, le perturbaba, razón por la que había tocado el tema en primer lugar con una persona que era para el prácticamente extraña, con la que no solía hablar, lo bizarro del caso no se salía de su psique, le carcomía el sentido curioso, que es lo mismo, la reacción temerosa, para ese punto más por impulso que por ganas dijo lo que dijo y no se detuvo, pues tras de ello indago haciendo referencia a la opinión de José en cuanto a el asunto -¿no le parece raro? José ¿no le parece raro que un grupo de indigentes, entren a la bóveda de un banco, sin nadie que se les oponga, sepan la contraseña de la misma, y solo roben dos lingotes de oro? ¿no le parece extraño eso?- Chicha no dijo ni una palabra, ni movió un musculo, mas con su mirada, profunda, inexpresiva, penetro el alma Tomas, y respondió, estirando una mano –Jefe, me tengo que ir, ya comenzó a llover, mañana nos vemos-.
Tomas no se iba negar a recibirle la mano, se la dio, y vio cómo su subordinado, ignorando su pregunta, se ponía el abrigo y salía a la lluvia, y era para él, eso también muy misterioso, pues no le cabía en la cabeza, como se había enterado de que caía agua del cielo, cuando en la oficina donde se encontraban, no había ventanas, de hecho, no había nada. Una mirada hacia arriba fue suficiente para darse cuenta que eran las doce de la noche en punto, pues la luna se encontraba en su más alta fase, en tal momento recordó como lo hizo, como robo los tres lingotes ¿Y qué significaba si él había sido todos y cada uno de los catorce indigentes que entraron a el banco esa mañana? ¿significaba acaso que su realidad escapaba la lógica y la razón puesto que no era más que palabras al azar conectadas bajo el espeso engrudo de la imaginación? ¿significaba entonces que su existencia estaba ligada a la mente de aquellos incautos que escuchen esta narración? ¿significaba que todo lo que era y seria se acabaría justo en el momento en que se terminara este texto? Pero una pregunta más importante le rondo en la cabeza a Tomas ¿A quién le importa? Con los lingotes que tenía, seria rico.